Tuvieron que pasar 30 días, 6 horas, 52 minutos y 19 segundos para alcanzar su meta y así encendiera sus motores a aproximadamente 1.5 millones de kilómetros de la Tierra.
Luego de casi un mes viajando por el espacio, sus ajustes permitieron completar la corrección final a su destino en el segundo punto Lagrange (L2) y actualmente se ubica en una órbita estable.
Para llegar a L2, tuvo que realizar una trayectoria ligeramente curva de aproximadamente 1.6 millones de kilómetros para ingresar a su órbita de halo, es decir una que varía periódicamente a través de una serie de caminos.
Hasta el momento el telescopio espacial a utilizado la menor cantidad de combustible posible para realizar sus correcciones mientras viajaba a su destino.
La intención es dejar el mayor combustible posible para sus operaciones ordinarias durante su vida útil, mantenimiento (para que pueda seguir en su órbita) y de impulso (para contrarrestar los efectos de la presión de la radiación solar sobre su parasol).
Gracias a su lanzamiento preciso en el cohete Ariane 5, podrá disponer del doble de tiempo de vida previsto (de cinco a 10 años).
Durante las próximas semanas el James Webb tiene que realizar trabajos de calibración y esperar a que sus instrumentos científicos se enfríen. El equipo encargado comenzará a alinear la óptica con una precisión casi nanométrica desde su posición de lanzamiento.
Y así el telescopio podrá comenzar a observar el Universo de una forma que hasta ahora no hemos visto.
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